Siempre digno de compartir
Después de aceptar a Cristo, le compartí el evangelio a mi madre. En lugar de tomar una decisión por Él, como yo esperaba, dejó de hablarme por un año. Oraba por ella y la llamaba todas las semanas. El Espíritu Santo me consoló y siguió obrando en mi corazón mientras ella me trataba así. Cuando por fin respondió mi llamada, me comprometí a amarla y compartir la verdad de Dios siempre que tuviera la oportunidad. Meses después, dijo que yo había cambiado. Casi un año después, recibió a Jesús como su Salvador, y nuestra relación se profundizó.
Tristeza esculpida
Después de recibir el devastador diagnóstico de un raro e incurable cáncer de cerebro, Carolina recuperó esperanza y perspectiva con una actividad singular: servicios de fotografía para niños enfermos críticos y sus familias. De ese modo, podían capturar momentos preciosos compartidos con sus hijos, tanto dolorosos como de gracia y belleza que supuestamente no existen en esos lugares. Señaló: «En los momentos más difíciles imaginables, esas familias […] escogieron el amor, a pesar y a causa de todo aquello».
La batalla del girasol
Los ciervos de nuestro vecindario y yo diferimos en cuanto a los girasoles. Cuando los planto cada primavera, aguardo con ansias la belleza de sus brotes. Sin embargo, lo único que quieren mis amigos ciervos es masticar las ramas y las hojas, hasta no dejar nada. Cada año, es una batalla mientras yo trato de que los girasoles crezcan antes de que mis vecinos de cuatro patas los devoren. A veces, gano yo; otras, ellos.
¡Qué grandioso es nuestro Dios!
Desde hace mucho, las huellas digitales se han usado para identificar a personas, pero pueden ser falseadas por imitaciones. Del mismo modo, el iris del ojo humano es una fuente confiable de identidad… hasta que alguien altera el patrón con una lente de contacto. El uso de la biometría para identificar individuos puede fracasar. Entonces, ¿qué es lo único aceptable como característica de identificación? Los patrones de los vasos sanguíneos son particulares y virtualmente imposibles de falsear. Tu «mapa venoso» es un identificador excluyente que te distingue de cualquier otra persona del planeta.
Ama como mamá
Juanita le contaba a su sobrino sobre su infancia durante la Gran Depresión. Su familia era pobre, y solo tenían para comer manzanas y algún animal que su padre cazara. Cuando traía una ardilla, su mamá decía: «Dame la cabeza. Es lo único que quiero comer. Tiene la mejor carne». Años después, Juanita se enteró de que la cabeza de la ardilla no tiene nada de carne. Su mamá no la comía; solo simulaba que era una exquisitez «para que nosotros pudiéramos tener más para comer».
Él conoce
Lea estaba por empezar a trabajar de enfermera en Taiwán. Allí podría sustentar mejor a su familia que en Manila, donde las oportunidades de trabajo eran limitadas. La noche antes de partir, le dio instrucciones a su hermana que cuidaría a su hija de cinco años: «Tomará las vitaminas solo si le das una cucharada de mantequilla de maní. Y recuerda que es tímida. Con el tiempo, jugará con sus primos. Y le tiene miedo a la oscuridad…».
Padre nuestro
Casi todas las mañanas recito la oración del Señor; no valgo de mucho en el nuevo día hasta que no me baso en ella. Hace poco, solo había dicho las dos primeras palabras —«Padre nuestro»— cuando el teléfono sonó. Me sorprendió porque eran las 5:43 de la mañana. ¿Quién sería? La pantalla del celular decía: «Papá». Antes de que pudiera contestar, la llamada se cortó. Supuse que mi papá me había llamado por error; y así fue. ¿Mera coincidencia? Tal vez, pero estoy convencido de que vivimos en un mundo inundado de la misericordia de Dios. Ese preciso día, necesitaba la seguridad de la presencia de nuestro Padre.
Un corazón para servir
Un ministerio en Carlsbad, Nuevo México, apoya a su comunidad donando más de 10.000 kilos de comida por mes a los residentes. El líder del ministerio dijo: «Las personas pueden venir, y las recibiremos y las encontraremos donde estén. Nuestra meta es […] suplir sus necesidades prácticas para llegar a sus necesidades espirituales». Como creyentes en Cristo, Dios desea que usemos lo que se nos ha dado para bendecir a otros y para atraerlos a Él.
Anhelo de hogar
Ana, el personaje principal de las historias de Ana la de Tejas Verdes, anhelaba una familia. Al ser huérfana, había perdido toda esperanza de encontrar un lugar al cual llamar hogar. Pero luego, se enteró de que un hombre mayor llamado Mateo y su hermana Marilla la recibirían. Camino a casa, Ana se disculpó por hablar tanto, pero Mateo, que era callado, dijo: «Puedes hablar todo lo que quieras. No me molesta». Eso fue música para sus oídos. Sentía que nadie quería tenerla cerca, y mucho menos escucharla. Al llegar, sus esperanzas se truncaron cuando supo que la hermana había supuesto que tendrían a un muchacho para ayudar con la granja. Temía que la devolvieran, pero su anhelo de un hogar se plasmó cuando la hicieron parte de la familia.
Padre de mentiras
Víctor se volvió lentamente adicto a la pornografía. Muchos de sus amigos lo hacían, y él cayó en lo mismo también. Pero ahora entiende lo malo que era —había pecado contra Dios—, y eso destrozó a su esposa. Prometió no volver a hacerlo, pero teme que sea demasiado tarde. ¿Podrá salvarse su matrimonio? ¿Se sentirá libre y totalmente perdonado alguna vez?